lunes, 24 de septiembre de 2012

Mi Nicaela Nocturna

Nicaela, esa ardilla que me desvelaba por las noches royendo avellanas, nueces o pelando pipas... Me costó acostumbrarme a tus ruidos, pero al final se convirtieron en el fondo musical de mi habitación.
Te gustaba que te sacara al Sol y te apasionaba el yogürt.
Siempre que oías el ruido de los frutos secos al partirse te volvías loca yendo de un lado a otro. Y cuando querías que te diese pipas, llamabas mi atención haciendo ruido con lo que tuvieras a mano, mordiendo los barrotes o simplemente moviéndote alocadamente.
Eras una ardilla rara, te sentabas en vez de correr y eso me extrañó cuando te compré. Me acuerdo que te llevé a casa en una caja de cartón y no te moviste en todo el trayecto, pensé que te habías muerto, pero no! Cuando llegué y la abrí, ahí estabas tú, quieta como una roca.
Después de tanto tiempo contigo, aprendí a  distinguir tu calma habitual de tu calma preocupante; y cuando estabas más alterada de lo normal te tocaba el piano y enseguida cambiaba tu expresión. Cualquier otra persona te hubiera visto con cara de un simple roedor, pero después de tantos años contigo, sabría distinguirte entre cientos de ardillas más.
Nunca te quejabas cuando chirriaba con el chelo al practicar o cuando me salían gallos al cantar, pero sí que me mordías para que te dejara en paz cuando te acariciaba más de la cuenta, aunque siempre sin hacerme daño, bueno! Una vez si que me dolió, pero vaa...


Nicaela
 
De izquierda a derecha: Nicaela y Glorfy


Arriba Nicaela, abajo Glorfy

Ya sé que me he puesto muy ñoña, pero está permitido de vez en cuando, lo pone en la constitución.





 Selma





1 comentario: